Día a día aparecen en Internet videos que graban algunos padres como una especie de castigo público para sus hijos, con el agravante del uso de las redes sociales. “Primero, es fundamental distinguir que más que un tipo de castigo, cuando se menosprecia o humilla a un hijo o hija, se está violentando psicológicamente a ese menor de edad”, señala frente a esta cruda realidad la psicóloga Guila Sosman, docente de la escuela de Psicología de la Universidad del Pacífico.
La experta en atención y evaluación psicológica de personas víctimas de expresiones de violencia y vulneración de derechos, plantea que, además, el que se comparta este tipo de videos en redes sociales aumenta la gravedad de este tipo de violencia. “Si consideramos que para un niño, niña o adolescente, la aceptación por parte del grupo de pares representa un elemento fundamental en su vida, al humillarlo frente a sus compañeros se está perjudicando la posibilidad de que él o ella puedan constituir un grupo de referencia que le brinde la aceptación y cariño que necesita para su desarrollo”, explica Sosman.
Un punto importante es que los padres que realizan estas prácticas de denigrar a sus hijos, lo que están haciendo es trasgredir el mundo social de los menores, al convertir en público algo privado. “En este sentido, se incurre en una doble falta: primero se humilla al niño y luego, de manera intencional, esto se muestra públicamente, generando más daño. Además esto genera temor, frustración y rabia en el niño, pero no necesariamente una real comprensión de la falta en la que incurrieron y tampoco da la oportunidad para que puedan reparar el error”, advierte.
La psicóloga sostiene que los pequeños que sufren de denigraciones públicas de parte de sus principales cuidadores, siendo esto un tipo de violencia psicológica, pueden ver afectada su salud mental. “Ello porque este tipo de prácticas repercute directamente en su autoestima, disminuyéndola. Además, genera una autopercepción negativa, inseguridad, sentimientos de rabia, impotencia y desconfianza hacia los padres y entorno en general, lo que se puede manifestar en conductas agresivas o excesivamente pasivas, trastornos en el desarrollo, trastornos del sueño, alimentación y control de esfínter, entre otros”, precisa.
Además, la docente de la Universidad del Pacífico recuerda que en la crianza es muy importante tener en cuenta que nuestra conducta como padres y madres, modela las conductas de nuestros hijos. “En este sentido, si somos violentos con nuestros hijos, ellos aprenderán que para resolver un conflicto es legítimo el uso de la violencia. De la misma forma, si utilizamos la humillación pública para disciplinar a nuestros hijos e hijas, lo que les estamos comunicando es que es válido este tipo de comportamiento si deseamos darnos a entender. Por lo mismo, no es de extrañar que posteriormente estos niños y niñas humillen a sus pares o, por el contrario, sufran de humillaciones, que cuando ocurren de manera sistemática por un período de tiempo es lo que llamamos bullying”, agrega.
¿Cuáles son entonces los castigos que se deben aplicar a los hijos? Para la especialista no existen recetas a priori y depende de las dinámicas y realidades de cada familia. “Lo que se sugiere es que para aleccionar a los niños y que éstos comprendan adecuadamente, se debe conversar con ellos respecto de lo que hicieron, acerca de la regla que transgredieron y qué consecuencia implica esto. Por lo tanto, se le transmite a los hijos que todo acto tiene ciertas consecuencias, las cuales deben tener relación con la falta realizada. Por ejemplo, si un niño derrama el jugo en una alfombra a propósito, se le señala su falta y se le indica que ayude a limpiar lo manchado”, plantea Guila Sosman.
Para evitar y prevenir actos denigrantes como los anteriormente expuestos, hace un llamado a que cómo sociedad rechacemos este tipo de prácticas y no minimicemos sus efectos. “En este sentido, desde las mismas redes sociales se puede mostrar a estos padres la desaprobación de este tipo de prácticas y, además, se puede denunciar a organizaciones gubernamentales o privadas que tengan como función velar por la protección de los derechos del niño, para que se investigue y se tomen medidas en estos casos”, recomienda la especialista de la Escuela de Psicología de la Universidad del Pacífico.
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